En la antiguedad los santuarios de Cibeles o "Gran Madre" tenían una arquitectura específica para adaptarse a la realización de sus ritos y en especial al bautismo de sangre o "taurobolium". Podemos entender mejor la especial arquitectura que encontramos en Santa Eulalia de Bóveda en Lugo si revisamos las imágenes del taurobolio que escenifica la serie telivisiva Roma.
Ver vídeo: TAUROBOLIUM
La serie, producida por la HBO, ha sido señalada por los especialistas en historia por sus aciertos y errores. Uno de ellos ha sido la escena del primer capítulo, en el que Atia, la madre del futuro emperador Augusto, practica un taurobolio a Cibeles para proteger a su hijo de los peligros que le acechan, a la vez que solicita del oráculo de la diosa respuesta sobre el futuro inmediato de su hijo.
No son pocos los seguidores de la serie que han señalado que esta escena es anacrónica, pues no existen evidencias sobre la práctica de este especial ritual en Roma hasta dos siglos más tarde. No existiendo aras votivas a la diosa Cibeles por un Taurobolio hasta los primeros años del siglo II d.C.
Los guionistas nos presentan un ritual magnífico, muy bien documentado, y con una puesta en escena con todos los elementos que el tautobolio contaba.
La diosa Cibeles, la Magna Mater, estaba presente en la ciudad de Roma que revive la serie, su influjo era muy próximo al que fue el primer emperador. Augusto construyó su casa en el Palatino entre los templos de Cibeles y Apolo, y adoptó a ambos como sus dioses protectores.
La propia residencia del emperador contaba en sus muros con hermosas pinturas que presentaban de forma alegórica a Cibeles y sus elementos simbólicos. Por ello no es descabellado imaginar una relación directa de la familia Julia con la diosa Cibeles y sus rituales.
Sin embargo y a pesar de la posible anacronía de la escena del taurobolio, podemos ver en ella elementos que en siglos posteriores fueron característicos de los templos dedicados a la diosa y de los rituales en ellos practicados. Debemos reconocer un gran trabajo en la dirección artística de esta singular escena.
Los responsables de la escenografita debieron de preguntarse con era posible poder ejecutar el ritual y de que forma deberían de ordenar los elementos para ponerlo en practica.
Atia, la devota de la Magna Mater, se situa bajo un baldaquino de cuatro columnas y en una pileta semienterrada. Sobre ella en un piso superior se encuentra el toro, adornado con guirnaldas y sujetado por el matarife que lo degollará. Al hacerlo la sangre del animal cae sobre Atia, que recibe el baño ritual.
La escena es acompañada por los sacerdotes eunucos de Cibeles, los galli, que realizan danzas orgiásticas, y toda la escena es dirigida por el archigalli, el sumo sacerdote.
A continuación Atia sale de la pileta y solicita del archigalli que dicte el oráculo sobre el futuro de su hijo, que resulta favorable, la escena termina con Atia sumergida en otra pileta de agua clara, eliminando los restos de sangre de su cuerpo.
El esfuerzo de los directores de la serie nos permite comprender mejor como deberían ser los templos donde los riítos de Cibeles eran practicados, visualizar su especial arquitectura, que permitía realizar el bautismo de sangre, en algunos momentos de forma continuada, y cuales eran los elementos constructivos necesarios.
En la escena podemos apreciar:
El conjunto de fosa y baldaquino que permiten el sacrificio del toro sobre el devoto.
La necesidad de gran cantidad agua corriente para la limpieza de la sangre en la fosa.(fossa sanguinis)
La existencia de una pileta de agua limpia para la limpieza del devoto.
Estos elementos han sido encontrados en pocos lugares del imperio, uno donde aun se conservan y pueden ser estudiados es en Santa Eulalia de Bóveda en Lugo.
Podemos imaginar, a través de la escena de la serie, y ayudados por el texto del Peristephanon X de Prudencio escrito a finales del siglo IV, como se practicaban los ritos de Cibeles en este apartado lugar del Imperio.
<< Cuando se disponen a consagrar al sumo sacerdote, lo llevan a un pozo profundo excavado bajo el suelo, maravillosamente adornado con una banda, sus sienes festivas ceñidas por guirnaldas, recogido el cabello bajo una corona de oro y portando una toga de seda recogida con un cíngulo (…) Ponen encima una tarima con anchos espacios (…) taladran la superficie (…) de forma que toda la tarima aparece picada de pequeños agujeros (…) Luego es conducido hasta allí un enorme toro, bravo y sin domar en apariencia, con los flancos cubiertos de guirnaldas entretejidas y con los cuernos envainados, de forma que el testuz del animal brilla con reflejos dorados y la pelambre se ve engalanada con el brillo de las placas metálicas. Luego, como está ordenado, se dará muerte en aquel lugar a la bestia, y para ello hincan una espada sagrada en su pecho. De la herida abierta mana un chorro de sangre caliente, y el humeante manantial se derrama sobre la tarima y la inunda, cayendo luego debajo (…) (y) manchándose [el sacerdote] vergonzosamente los vestidos y todo el cuerpo (…) Luego retiran los sacerdotes de la celosía el cuerpo del toro, que, por la pérdida de la sangre, empieza a ponerse rígido, y sale el pontífice, con su horrible aspecto, mostrando su cabeza manchada, la barba cuajada de sangre, sus bandas chorreantes y sus sucios atavíos. Y al verlo así manchado e infecto, sucio de la sangre del reciente sacrificio, todos le saludan y veneran desde cierta distancia, porque la sangre impía y un toro muerto lo han bañado mientras permanecía oculto en la repugnante cueva >> Peristephanon X,PRUDENCIO
© Carlos Sánchez-Montaña
Más información sobre Santa Eulalia de Bóveda:
Excelente artículo¡¡¡¡
ResponderEliminarUn saludo.
Muy bueno el artículo, felicidades
ResponderEliminarYo escribo sobre historia, aquí esta mi dirección
http://historiauge.blogspot.com/
Gracias a ambos por vuestra opinión.
ResponderEliminarA salute from Rome. Ciao
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